Con las vacaciones en puerta, la Semana Santa es una de las mayores festividades de la religión católica. Pero ¿Cuál es la razón de qué los días grandes no tengan una fecha específica para celebrar a diferencia de otras festividades? Aunque parezca extraño, existe una buena justificación para este hecho.
En el año 325 d. C., durante el Concilio de Nicea, reunión que se considera fundamental para la institucionalización de la religión católica, fue que se estableció que la Semana Santa se celebrara el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera en el hemisferio norte del planeta, bajo el argumento que Jesús se reunió con sus apóstoles en ese momento lunar para celebrar la liberación del pueblo hebreo esclavizada por el pueblo egipcio.
No obstante, las reglas marcan que se cuenta con un lapso de hasta 35 días para conmemorar la pasión de Cristo, por eso es por lo que, independientemente del año, siempre se celebra entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
La Semana Santa es una de las festividades más importantes de la religión católica y, además de las implicaciones religiosas que esta conmemoración supone, también tiene efectos en la economía y en lo social, ya que varios destinos turísticos esperan con ansias estas fechas para poder obtener un aumento en sus ingresos; beneficia también a los gobiernos locales con una mayor derrama económica.